El final de esta década del nuevo milenio llega con la redefinición que propone Nina Ricci para los básicos del armario contemporáneo, devolviéndoles un toque de la dulzura clásica de la maison.
El resultado es una propuesta elegantemente sutil para la mujer de hoy, que evoca el prêt-à-porter histórico de la marca con constantes flirteos entre lo masculino y lo femenino.
El traje sastre se interpreta en una versión varonil a rayas Bayadere, y en diseños de suaves líneas a la altura de los hombros. Chaquetas con mangas abullonadas se combinan con pantalones holgados ajustados a la cintura, mientras el denim blanco se utiliza en piezas clásicas como abrigos cruzados y faldas ligeramente drapeadas.
A la hora del cocktail, un vestido con mangas en forma de pétalos deja los brazos al descubierto.
Las prendas de noche son igual de refinadas. Una gabardina ancha de seda técnica cure un delicado vestido crepé que luce el estampado principal de esta colección. Un vestido largo de tirantes hecho de lentejuelas y con una abertura frontal encuentra su equilibrio a través de una estructurada chaqueta de hombre. El diseño de un brillante vestido escalonado con volantes aparece debajo de un abrigo recto, y un jersey negro se combina con una falda negra estilo pareo en la parte delantera.
Nada es llamativo. El principal lema es el realismo. Los looks se utilizan con sandalias planas de tiras y, ocasionalmente, un pañuelo cubre delicadamente el cuello. No hay ningún detalle innecesario.
La colección para Primavera Verano 2019 es un lienzo en blanco para Nina Ricci.
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