Leonardo, el hombre tras el cuadro más caro de la historia

Por Salvatore Pellizzari

 

Hace pocos días el mundo del arte fue sacudido por una noticia sobrecogedora. En efecto, el 15 de noviembre de 2017 un cuadro poco común fue subastado por la casa Christies de Nueva York en un precio astronómico que lo convirtió de la noche a la mañana en la pintura más cara jamás vendida: 450 millones de dólares pagados por un comprador anónimo. La obra permanecía en manos de un multimillonario ruso y se vendió en solo 19 minutos. Se trata de una pintura redescubierta en 2005 y denominada “Salvator Mundi”, un retrato de Jesucristo que era atribuido a alguno de los discípulos de Leonardo da Vinci. Sin embargo y luego de muchos estudios y acalorados debates científicos los expertos confirmaron en 2011 que se trata de un cuadro original del maestro. Pero, quien era este Leonardo? Porqué todo lo relacionado con él está envuelto en el misterio?

Leonardo da Vinci nació en abril de 1452 y fue uno de los más reconocidos maestros del Renacimiento y quizás de la Historia. Considerando que no tuvo una educación formal por ser hijo ilegítimo, llegó a desenvolverse con soltura en casi todo los ámbitos del saber de su época. A pesar de no saber latín, la lengua docta de la época, algunos de sus estudios de anatomía, física, aeronáutica, urbanismo, geología, óptica, astronomía, balística, arquitectura, paleontología, matemáticas, biología y otras ciencias sentaron incluso las bases de aquellas ramas del saber. Leonardo era un hombre práctico, un soñador que compraba jaulas con pájaros en los mercados de Florencia para estudiar el vuelo, un hombre decidido que no escatimaba en recursos para realizar estudios que en su tiempo estaban prohibidos, como la disección de cadáveres. Hay presunciones de que sobornaba funcionarios de la morgue para obtener cadáveres, entre ellos el de una mujer embarazada con el cual realizaría un bellísimo primer dibujo para explicar la gestación humana. Su genialidad le permite crear incluso el primer tanque acorazado de ocho cañones, trajes de buzo para atacar la flota turca que sitiaba Venecia por debajo del agua, los primeros proyectiles y cohetes, sofisticadas máquinas de vuelo y de guerra, etc.

De sus padres es bien poco lo que se sabe. Piero Fruosino d’ Antonio era notario y embajador de la república de Florencia, mientras que su madre Caterina era sirviente doméstica en casa de Piero. Existen evidencias de que ella podría haber sido una esclava comprada en Constantinopla, es decir de origen árabe u oriental, una práctica habitual en la época y que denotaba status. La forma de comprobarlo es casi detectivesca. En la época de Leonardo, se usaba una técnica pictórica llamada “témpera al uovo”, en la que se utilizaba clara de huevo para diluir la pintura a modo de barniz para dar el difuminado característico de Leonardo y producir el efecto de profundidad. Pues bien, la técnica del difuminado se usaba aplicando el improvisado barniz con la yema de los dedos, por lo que ha sido posible reconstruir su huella dactilar con una sorpresa previsible. Los rasgos de su huella corresponderían a los característicos de las poblaciones del Medio Oriente, un dato más que relevante pues confirmaría que su madre efectivamente podría provenir de aquella región. Investigadores más audaces especulan que esto explicaría porque Leonardo gustaba de escribir de derecha a izquierda, como se hace en árabe.

Luego de su nacimiento, el niño fue entregado a su abuelo paterno mientras que su madre se casaría posteriormente con un campesino con el que tuvo 5 hijos. Al no recibir el apellido de su padre, Leonardo ya de joven decidió usar el nombre de su pueblo como apellido, a la usanza tradicional del Renacimiento. Al parecer su abuela paterna Lucía era ceramista y podría haber sido quien le enseño a apreciar el arte para luego ingresarlo al taller del famoso pintor Andrea del Verrocchio, quien sería su maestro. Aunque Leonardo realizó no más de 20 cuadros, logró trascender con algunas de las obras más importantes de la historia, como “La Última Cena” y la “Virgen de las Rocas”. Sin embargo el costoso “Salvator Mundi” no es capaz de opacar su obra maestra, el retrato de la esposa del comerciante florentino Francesco Giocondo. En efecto nos referimos a la Mona Lisa, Lisa Gherardini quien parece haber estado embarazada, motivo por el cual su marido habría hecho el encargo, aunque esto sigue siendo materia de discusión después de 5 siglos.

Leonardo al parecer habría sentido un gran afecto por Madonna Lisa (o Mona Lisa, como se acostumbraba en la época) pues a su muerte en la corte francesa de Francisco I, el maestro tenía junto a su lecho el mencionado retrato. No hay una explicación lógica para el hecho que el encargo pintado en madera de álamo jamás fuera entregado a Francesco Giocondo. Más aún, resulta extraño que los franceses llamaran Gioconda a este cuadro, como si tratara de un cuadro distinto. Como sabemos, Francisco I se quedó con el cuadro y posteriormente este pasó a ser propiedad del estado francés, para terminar en exhibición permanente en el Museo del Louvre hasta el día de hoy. Pero la Mona Lisa es mucho más que un retrato de invaluable valor histórico y cultural, que jamás ha estado en venta, pues son muchos los misterios que rodean el cuadro más famoso del mundo.

Desde hace mucho existe una polémica respecto al paisaje que se divisa detrás de la dama de sonrisa misteriosa. Es evidente que a ambos lados es diferente, pareciendo incluso dos lugares distintos. Hay detalles como la línea del horizonte que no coincide a ambos lados, un error que un genio como Leonardo jamás habría cometido. También hay indicios de que al parecer el maestro habría pintado el paisaje (o incluso el retrato completo) sobre una obra preexistente, según revelan algunos estudios de rayos X. A eso se suman teorías respecto a figuras o siluetas escondidas en el follaje. Entre los datos más anecdóticos se encuentra el misterioso puente que figura al lado derecho, identificado como el puente de Bobbio, localidad cercana a Piacenza en el norte de Italia. Se trata del único puente de la peninsula que tiene todos sus arcos diferentes  y que dataría de tiempos pre medievales. Al parecer la razón por la cual Leonardo habría incluido este lejano sitio en la pintura sería la existencia en el lugar de una abadía fundada en el 614 d.C. con una antiquísima biblioteca, una pista casi novelesca que levanta muchas especulaciones hasta el día de hoy. De hecho el escritor Umberto Ecco se inspiró en esa abadía para escribir su famosa novela “El nombre de la rosa”, de la cual se hizo incluso una película. Será que acaso Leonardo nos está señalando aquella biblioteca por alguna razón?

Se sabe muy poco respecto a Lisa Gherardini, la mujer del retrato y quien habría tenido 5 hijos con Francesco Giocondo. Al parecer se habría casado muy joven, y es a través de sus hijos que algunos genealogistas han conseguido identificar 15 generaciones después a las nobles italianas Irina y Natalia Strozzi como descendientes directas. Ambas poseen una villa familiar en la Toscana y se destacan por ser dueñas y herederas de una antiquísima viña familiar que es mencionada por el poeta Dante Alighieri en su “Divina Comedia”. A esta alturas nada vinculado a la Mona Lisa  debiera sorprendernos. Sin embargo aún hay más. En 2010 fue descubierto en las bodegas del Museo del Prado de Madrid otro retrato de Lisa Gherardini, conocido como la Mona Lisa del Prado. Este cuadro habría sido pintado por discípulos de Leonardo y ha sido validado por el Museo del Louvre como auténtico, siendo su importancia que permite suponer como eran los colores originales de la Mona Lisa, los que después de 500 años y pésimas restauraciones decimonónicas han ido perdiendo nitidez.

La vida y obra de uno de los hombres más trascendentes en la historia del arte occidental siempre concitará el entusiasmo y la atención de entendidos y aficionados. El encanto de Leonardo no radica en su gran obra ni su legado, sino más bien en que fue un hombre único, fruto de su tiempo y con una capacidad infinita de  descubrir el mundo que lo rodeaba. Siempre fue un hombre modesto y sencillo, aunque su modo de firmar pareciera decir lo contrario: “Yo Leonardo”…sin duda, la firma de un genio.

 

 

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