A quién no le ha pasado que sale de su casa y se ha devuelto porque se le quedó el celular; o entra en pánico cuando ve que la batería está en 3% y no tienes un cargador a la mano. Si eres una de esas personas, ¡te damos la bienvenida!, eres un FOMO más. La sigla viene del inglés Fear of Missing Out (miedo a perderse algo), la necesidad de estar conectados con todo lo que hacen los demás la mayoría del tiempo.
Para Eduardo Aravena, psicólogo del Centro de Atención Psicológica Reverie (www.reverie.cl), en el campo de las conductas, siempre podemos caer presas de una ilusión y pensar que el acto contiene en sí mismo un significado claro, “y la verdad es que en muchas ocasiones un mismo acto puede significar para una persona cosas totalmente distintas que para otro. Así por ejemplo, el hecho de ser ordenado puede en un caso obedecer a una necesidad “ética” (es lo correcto) o puede obedecer más bien a una necesidad “estética” (así se ve más bonito), ambas interpretaciones nos lleva a personas totalmente distintas, pero que hacen un mismo acto”.
Por ello precisar que personas tienden a presentar la conducta asociada al FOMO, “nos pone bajo la disyuntiva de hablar de una conducta sin un sujeto de por medio, lo que sin duda puede conducir a errores”, nos explica el psicólogo.
No obstante, sí es posible pensar en tres elementos que marcan este tipo de actos. Primero “la angustia de perder algo”; segundo “la sensación de exclusión”; y tercero, la idea de que “la propia vida es menos interesante que la de otros”. Estos elementos se traducen en personas con altos niveles de ansiedad y con una alta autoexigencia que los lleva a no estar satisfechos con ellos mismos.
De los elementos señalados el componente ansioso resulta fundamental, ya que es muy probable que la conducta referida se muestre como una forma de evasión de las incomodidades que genera la propia vida. “Se trata en el fondo de una huida de uno mismo para intentar ser lo más parecido a otros que se consideran ‘exitosos’ ”, nos cuenta Eduardo.
Entonces, ¿el problema son las redes sociales? No. Según Aravena, la dificultad de Whatsapp, Instagram, Facebook, Twitter, entre otros, se encuentra en cómo se usan y para qué se usan. “En este sentido las redes sociales pueden representar una excelente forma de comunicación e información o puede constituirse en una hipertrofia de estos, llevando a niveles de sobre estimulación que no permiten la adecuada digestión de lo que se comunica”.
Por lo tanto, abusar de redes sociales esconde la dificultad de tener que lidiar con un mundo excesivamente plagado de imágenes -en muchas ocasiones meras apariencias- que tienden a erigirse como un nuevo deseo, “se trata por tanto de mostrar un mundo al cual nos gustaría tener acceso, pero del cual nos sentimos excluidos, mundo y exclusión que son meramente aparentes, ya que la imagen tiene esa característica ‘es siempre una apariencia’ ”.
Otra dificultad que puede generar el exceso de apego a las redes sociales es la sustitución del contacto físico por el contacto virtual, lo que lleva a perder la experiencia de la cercanía física, elemento fundamental para sentirnos queridos.
Pero no todo el mundo que usa redes sociales tiene una conducta FOMO, sino que esto suele ocurrir a algunas personas con un historial que probablemente se ha generado una tendencia a evadir las situaciones difíciles de la vida, a no enfrentar los problemas.
Por ello, y según el especialista, lo principal para tratar este tipo de situaciones es comprender que la ansiedad se maneja hablando, encontrando la manera de “pensarla y decirla, manejarla y enfrentarla. Se trata de poder hablar de todo para no tener que evadir de la propia realidad. Para ello, por lo tanto, nosotros mismos debemos estar dispuestos a generar los espacios para comunicarnos, pero comunicarnos de verdad, logrando hablar no solamente de nuestras cosas felices, sino también de nuestros problemas y dificultades”.
¿Qué es lo recomendable? “A mí parecer no se trata necesariamente de desprendernos, sino más bien de darles un uso que nos permita comunicarnos y no hipercomunicarnos. Que nos permita saber de otras personas, pero sin sustituir la necesidad de juntarnos, mirarnos y abrazarnos”, nos aconseja el especialista de www.reverie.cl.
En definitiva, como siempre hemos sabido, los excesos son malos. Y tú, ¿eres esclavo de tu celular?