Lo que por años se ha relegado a cumpleaños infantiles o juegos en el patio de tu casa, desde hace un tiempo se trasladó al gimnasio. Hoy saltar sobre un mini trampolín es una manera diferente de hacer ejercicio y entretenerte a la vez.
Sus inicios se encuentran en el body system, un sistema de capacitación de profesores de origen neozelandés que posee varios tipos de clases, siendo uno de ellos, el con trampolín. Pero la actividad como tal fue creada en Brasil para tratar pacientes post operados como parte de la rehabilitación de rodillas o caderas ¡Desde ahí al estrellato y al gimnasio!
¿Qué se necesita? Un mini trampolín, música y muchas ganas de pasarlo bien. Conocido por algunos como power jump, este entrenamiento representa un excelente trabajo cardiovascular, el cual mejora la resistencia y aumenta la fuerza muscular tanto de los miembros inferiores, tales como piernas, y los estabilizadores, como abdomen y la zona lumbar.
Además tonifica, quema grasas debido al alto gasto calórico, mejora el equilibrio, la coordinación y la postura entre otros. También se recomienda a aquellas personas que no tienen respuesta automática a una acción.
Las clases son grupales y en ellas se realizan saltos, coreografías y movimientos siempre en el trampolín, a lo que en ciertas ocasiones se suman, siempre al rítmo de la música, elementos como discos o mancuernas.
Para el preparador físico José Luis Scolari, saltar en trampolín “es un ejercicio de propiocepción, es decir, de no impacto, que no daña las articulaciones. Por este motivo también se ocupa en rehabilitación, ya que vuelve a integrar el sistema nervioso con el cuerpo”.
Quiénes no pueden realizarlo son aquellas personas que sufren de crisis de pánico, vértigo y embarazadas. Todo el resto sean ¡bienvenidos!