Cambios de hábito: ¡No más dieta!

“El lunes empiezo”, “no puedo, estoy a dieta”. Todos alguna vez lo hemos dicho. La imagen nos importa y vernos bien también, y ahora que la primavera se acerca, el chaleco ancho no podrá ocultar lo que el invierno dejó a su paso. La solución, ¡dieta!, pero, ¿por qué no mejor tomar medidas concretas en vez de aplicar soluciones parche?

¿El secreto? Cambiar los hábitos alimenticios. Según la nutricionista Carolina Pye de Clínica El Bosque, para mantenernos fit lo único que necesitamos es mucha fuerza de voluntad y motivación. “En mi experiencia clínica, muchas personas cambian de hábitos ante dos situaciones: enfermedad asociada a la alimentación donde el cambio es la ‘cura’ y frente a la llegada de los hijos, donde los padres quieren mejorar sus hábitos en función de los niños”, explica.

Lo cierto es que debiéramos aprender a comer saludable durante los primeros años de vida, y si esto no ocurrió, deberemos esforzarnos el doble. La buena noticia es que ¡sí se puede!

A continuación, te dejamos con una serie de recomendaciones de la nutricionista Carolina Pye para que logres hacer el cambio de switch , toma nota.

– Comer cada 3 o 4 horas en cuatro tiempos de comida bien establecidos (desayuno, almuerzo, once y cena); más 1 o 2 colaciones de acuerdo a las necesidades personales.

– Consumir diariamente 3 frutas del tamaño de un puño y 2 platos de verduras.

– Consumir durante el día 3 porciones de lácteos bajos en grasa, descremados o semidescremados.

– Tomar entre 6 a 8 vasos de agua al día.

– Consumir 1 a 2 veces a la semana pescados preparados sin freír.

– Disminuir o evitar el consumo de azúcar y sal.

– Consumir legumbres 1 o 2 veces a la semana.

– Evitar las frituras y consumir aceites vegetales en pequeña cantidad. Prefiere el aceite de oliva, canola, soya o pepita de uva.

– Optar por alimentos bajos en grasas tales como carnes de cortes magros, pavo y pollo sin piel ni grasa.

-¿Qué alimentos debemos incluir en el desayuno? Lácteos bajos en grasa: leche descremada, quesillo, queso fresco, queso chacra, ricota y yogurt descremado. Cereales y pan integral, y galletas altas en fibra. Algún agregado «saludable» para el pan como palta, quesillo, tomate, jamón de pavo o mermelada baja en azúcar. Y por último, una fruta o jugo de fruta natural.

Dato: Las colaciones deben aportar, aproximadamente, entre un 5 y 10 por ciento de las calorías que se requieren diariamente. Por ejemplo: 1 fruta, 1 lácteo bajo en grasa, una porción pequeña de frutos secos, una taza de verduras como bastones de apio, zanahoria.

– ¿Dejar de comer de noche? no es recomendable. De hecho, hay que eliminar la once-comida, porque la hora de comida cumple un rol nutritivo mucho más importante en comparación con un tardío té, ya que permite incluir alimentos de grupos como las carnes, verduras y frutas, alimentos que por lo general en una once-comida no se incluyen y son reemplazados por grandes cantidades de pan.

La clave es ordenar tus comidas y entender la importancia de cuidar nuestro cuerpo y organismo a través de preparaciones saludables, para así evitar enfermedades asociadas a una mala alimentación. Somos lo que comemos, ¿con qué te alimentas tú?

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